Son apenas algunos instantes de silencio.
Enseguida las voces, crueles y arrogantes,
escupirán los insultos y los terribles ultrajes,
los esperados insultos y ultrajes de costumbre.
Pero al menos hay cierta grandeza y respeto,
un extraño respeto, mientras miran y aún callan.
Y el patíbulo espera, ajeno, insensible,
todavía un tanto lejano. Él sabrá devolverte
la dignidad, oscura y sencilla, del silencio.
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