lunes, 22 de marzo de 2010

Alma mía

Viene de pronto hasta mi mente
el espacio ambicioso que me envuelve
recordando
tus ojos. Viene y me exalta,
y huele a luz y a sal
tu voz suave,
un resplandor hondo y sedoso,
que recoge en su seno
la llama fría
y casi extinta de mis ojos.
Luego, alma mía, de repente,
qué incendio de palabras, qué presencia,
qué noche amable
más que el alborada. Sabor de bocas,
lazo de cuerpos y deseo.
Y memoria, y espejo, y siempre aroma
y lágrima vencida,
amor voraz, más poderoso
que la vida.

4 comentarios:

  1. Hermoso poema y precioso final. Yo creo en lo que el poema afirma. El amor vence a la muerte.

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  2. Yo también lo creo. Me sumo a las palabras de Jesús. Un abrazo.

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  3. Gracias a los dos, de veras. El veros final, Jesús, es de Gil de Biedma. Un bendito poeta que escribió (no creo en las casualidades) las personas del verbo. Que son tres. Y el Verbo era su misma carne, que nos da en pedazos, en cada poema, para sentirnos unidos a él en la Palabra. Tres Personas, singular y plural. Es curioso el efecto que da escribir de repente en mayúsculas, Jesús. Es... muy revelador. ¿O es todo azar?

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  4. Ahora que lo dices, quizá escribir en mayúscula ciertas palabras quizá responda al deseo humano, que quizá sea un deseo que puede ser satisfecho, de que lo bueno y valioso no es fugaz y no desaparecerá con las sucesivas muertes de los hombres capaces de contemplarlo, sino que proviene de una eterna fuente, de una Eterna Fuente. Un abrazo.

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