Quiero abrir al silencio una fragante herida,
una sangrante luz a la piel de la sombra.
Que un chorro de palabras desbordadas humee
y empape soledades de hemorragias fecundas.
Sabe tu sangre, amor, a sal, a fuego oscuro,
llena la boca entera de promesa y refugio:
como una caracola arrumbada que exhala
por mis labios sedientos el mar en un suspiro.
Tal vez resurgen vivas por tu cuerpo las voces,
las reliquias de amor que rebrotan y escupen
el eco enrojecido de exaltaciones húmedas.
Escucha su conjuro, ¿no te hiere y te inunda
con la suavidad brusca de los sueños antiguos?
¿No te hundes de nuevo desmayada en la cumbre?
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