Beso que dibujaste nube y vuelo,
nutria de voz mojada en cauce vivo,
en ti fue tanta luz y tanto fruto,
tanta dulce condena a labio y agua.
Es de niebla y de sed la boca oscura
de la luna de ausencia enrarecida.
Seca sombra y recuerdo que escarnecen
por la lengua una sal mártir y ciega.
Sabe a ruina y a nada esa delicia
viuda de no lamer por tu saliva
todo el mar a rebujo de tu aliento.
Cuanto me roza, amor, aire podrido:
que no inunda de nuevo tu sabor
la arenosa invasión de desearte.
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