ELOGIO DE LA LOCURA
No hay, por los caminos del alma, otra cordura mejor que perder, de vez en cuando, el buen sentido. Podría parecer, en cambio, que es mi obligación, ahora, poner en pie la imagen adusta y seria de la razón. Decir que en ningún caso hemos de permitir que el corazón imponga su sinrazón dulce a la cabeza. Debería, tal vez, afirmar de forma contundente que solo los que aumentan su caudal de calma y previsión pueden ahora con justo orgullo jactarse de los logros, de la sensación firme de deber cumplido y justa recompensa.
Sin embargo, quizá no está del todo reñido con la inteligencia el abuso del tiempo, la desmesura paciente, la improvisada flor de la alegría que sube su aroma ardiente a los labios con ese cierto exceso que satura los sentidos. Es la lección que mejor se aprende cuando, de día en día, tienes que dar clase en los cuartos de ESO del Instituto Ventura.
Cuando al abrir la puerta de cuarto ce, el aula deja salir el sonido socarrón de las bromas de Ilias. O pone en tu camino un paso de danza ejecutado por la armonía plácida y sonriente de Estefanía. Se te corona entonces el alma de miel y de misterio, justo en el instante en que Carlos acepta con su risa el envite constante del buen humor de Xavi, tan masculinamente heridos ambos de juventud y de alegría. Y es entonces cuando cumpruebas que no hay tiza, y ya van tantas veces, cuando mentalmente tratas de adivinar si será Laura o Judit, Judit, sí, la de Adrián, vaya, la que interrumpa la charla para darse, una u otra, el paseo necesario.
Qué decir de la sombra del silencio, que eternamente huye de la prudente Sabrina y de Marta, tan atenta, que apenas puede refugiarse en los ojos profundos de Beatriz, en la aplicada sonrisa de Eva o de Patricia. Y ni siquiera las impertinentes ortodoncias pueden, válgame el cielo, con las sonrisas perpetuas en los labios de Laia o de Marina. Y es que Italia puso bien temprano la venerable promesa de una torre inclinada, de los suspiros coronados por puentes venecianos. Y ese perfume de misterio, esa góndola soñada, fue poco a poco recibiendo la florentina elegancia del estudio con que las dos Elenas, hermanadas a despecho de la hache, iban subiendo el monte de este curso. El esmero de Sara o de Mari Carmen, la traviesa simpatía de Maria José o el encendido ardor en que Judit, Martín ahora, tejía sus análisis, sus incendiadas lecturas de textos imposibles.
Todo en cuarto ce olía un poco, o más que mucho, seamos justos, a entusiasmo. Cómo no contagiarse entonces de esa sabia locura, cómo no elogiarla y ponerla en la base de todo cuanto ahora podemos celebrar en este acto vivo y limpio. Por más que algunas veces, el profesor tenga que hacer un uso tajante de la autoridad y del rigor, siempre por debajo de los labios transita el buen humor de Jenny, tan contagioso, la dicharachera importancia de Carla o el entusiasmo en la felicidad con que Ariadna tiñe el aire de optimismo.
Y es esa la cuerda que ahora quiero pulsar. Quisiera incluso retenerla para siempre en algún pequeño rincón del corazón. Que fuera posible, no sé con precisión en qué momento, llamar a la puerta adusta de la memoria, esperar un generoso ¡adelante! y encontrar al otro lado esa armónica locura, esa canción hecha de juventud, de griterío y desmesura que siempre me costaba un poco hacer callar los lunes a las cuatro y media de la tarde. No es que faltara la seriedad amable de Ikram, no es que no tenga un sitio para Noelia y su apetencia de saber clavada siempre en la mirada. Ni me olvido de Aitor, responsable y consciente, ni de la pulcritud y amabilidad de Toni. Cómo echar tanto en saco roto. No. Es que al final es Sandra, es Jasmine, son ambas Saras, las que no dejan de reír por dentro de mis recuerdos.
¿Me permitís que abra ahora la puerta de cuarto a? ¿Que me haga el sueco viendo cómo Lorena despacha en dos bocados un imposible bocata a eso de las diez de la mañana? ¿Me dejáis que los pendientes de Jennifer propongan de nuevo su desmesurado cruce de esferas y de círculos, en un teorema de coquetería infinita? Ya me disculparéis si me detengo un momento a recordarle a Miriam que tiene el gato más divertido de cuarto. O que me entretenga un tanto en buscar un reloj con que callar a Dani y sus urgencias. No es que Nainma venga ahora disfrazada de sonrisa, es que siempre ha sabido combinar, muy sabiamente, la seriedad con la alegría. Como la misma Maite, que no deja de deshojar la margarita eterna de los novios. O Cris, quien tiene siempre un comentario atento con que devolverme de vez en cuando a la prosaica realidad. Tatiana, Jessica... qué dulzura que ponen en el aula, qué castellano hermoso y qué profunda sensibilidad. De Cong Cong sí recuerdo la gratitud y la sonrisa. Otros se me desdibujan ahora, demasiado ausentes aun cuando vinieran a veces a las clases. No es el caso de Heidy, esa mujer de pies a cabeza, siempre en su punto de madurez y de entusiassta empuje.
Pero al cabo qué importa. Sonrisa o carcajada, quizá es este el cuarto de ESO que más profundamente me ha sembrado el alma de alegría. Y especialmente, el grupo que ha tenido la elegancia de soportarme en tantas mañanas tutoriales, en tantas clases hechas desde cierta locura, propia y mía lo confieso, desde la destartalada voz de un entusiasmo y un deseo que nunca puede colmarse en esta vida por entero. Dejadme entonces que a ellos me dirija de una forma algo especial. Y que tenga el atrevimiento de hacerlo en lengua catalana, que no es la menos divertida de las paradojas, dada mi asignatura. En una especie de himno que quiso la fortuna que llevara por los caminos codiciosos del verso. Y espero que sea, claro está, del agrado de todos, como remate a esta divina locura de cuarto de ESO cuyo elogio ya va por fin tomando camino de acabarse.
QUART BE, JUNY DE DOS MIL DEU
Ha de sortir del cor. Com riu que brolla
tot desfent al seu pas l'oblit, la calma
i estén per tot arreu
el miracle feliç del cant de l'aigua.
Ho teniu tots als ulls. És l'alegria,
el silenci trencat en flors i vida.
La joventut, el bes dels llavis
primerencs i vermells. La primavera
que ha obert, plujosa, al pas d'aquest estiu de foc
de bat a bat las portes i els cors joves.
Adrián, Sergi, Sule, es la memòria
que toca els vostres noms i en pren les lletres
per a formar records omplerts, dempeus a l'ànima
fets de mans aixecades, guixos, taules,
deures, de claus perdudes,
i papers estripats, i tantes coses...
Marlon ens posa discreció, Cris ens explica
del seu nuvi petit; Javi, que baixa
el cap deixant anar
el seu enginy procaç.
I és aleshores
que riu tothom i els adrians la diuen
més grossa encara:
i és el silenci ja impossible.
Lucía als passadissos, Marta calla,
Karima li respon en el mateix llenguatge.
La gorra, al cap de Quim: en treure-la s'escriuen
reguitzells de colors al cel de l'aula.
I es posa Imma les ulleres, molt seriosa,
i riu per sota el nas Judit i Sule
esclata en “Y por qué” mentre les mans agiten
la seva indignació somrient. David escolta
impossibles cançons, que duu a la boca
l'auricular callat. Andrea ensuma
mons absents albirant mil alegries.
I Zhangli no abandona tant respecte,
Haojie és un franc gest, també un esguard
molt ple de joia, Wanli és el silenci.
I en veure el temps que fuig
agafa el riure Sigrid per l'esquena
i el posa a fer els deures d'esperança.
Noelia no descansa de ser justa,
treballadora, i Paula ens fa l'ofrena
de la llum plàcida que brolla
en riure's pels seus llavis.
Què diríem
que no posi al bell mig del cor memòries
dolces i riures, números, gràfics,
laboratoris, patis,
sorollosos xiulets, batecs fets d’esperances.
Un conte que mai no acabaríem
si poguéssim
trenar-ne els fils eternament, però ja és l'hora
de callar. Posarem ara doncs
un final de silenci i melangia
d'aquest curs de quart inoblidable,
dia dos de juliol, any dos mil deu,
i signa ara
Benjamín Gomollón, tutor agraït,
i diu: hasta siempre,
de todo corazón.
Benjamín unicamente decirte que eres el mejor profesor de lengua castellana, estas palabras nunca se olvidarán. Gracias por este fantástico año.
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