Sobre el silencio yerto
yace un ángel
de blanda piedra ausente y derretida,
sobre la muerte vence
una quebrada aurora,
un baile hosco ansía sobre el llanto.
No te quise al azar,
fue todo el cuerpo
el que en tromba encontró tu sexo
dulce, fue tu boca
el espacio
cautivo y devorado,
la vestidura y la expansión
de tanto abril, tanto deseo,
tanta quietud
inconteniblemente renacida.
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