martes, 16 de febrero de 2010

Palabras de entonces

Dejo ahora ya tendidos
los cuerpos de todas las palabras
que me ofreciste,
lo recuerdas,
como palomas aquel día.
Rodeaban tus brazos
mi cuello y anidaba
tu enamorada voz
nieves de espuma nueva
en la quietud de fuego de mi boca.
Qué negra flor de luz espesa
fue tu lengua después,
mientras ponías
sabor de nácar y agua viva
en mi sombra de hielo. Cuánto tiempo
dejarán en el aire
lenta bruma de tiempo y de memoria.
Cuándo será que vuelvas, amor mío,
a dejar junto a ellos solamente
la flor que al fin nos es a ti y a mí debida.

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