Desbrozas la agonía
espesa de un silencio derrotado.
Bajo esa piel te temes
palabras de ceniza,
recuerdo,
tal vez aroma incluso
de crepúsculo roto,
ese hondo olor oscuro de súplica y de odio.
Qué importa si los ruidos
del tráfico exterior se aferran
como perros de presa
a tu dolor maldito. A los pedazos
de aquella forma de amar,
aquel espacio
de luz y de palabra, ya apagado.
Luego,
no despiertas de pronto.
Es muy despacio
como emerges, cansado,
de la maleza imaginaria
hasta el contacto limpio de la vida.
El aire duele entonces
y te clava por dentro sus espuelas.
Es necesario ...
ResponderEliminarAunque muera y sobreviva ante el silencio , mi alma queda enmudecida .
Gracias por traer este silencio , hecho poema .
Rosna