Toca mi voz hueca y desnuda
con tus dedos oscuros,
como dardos sedientos,
como seda
hilada en sombra.
Sorbe los ecos
hondos, precisos,
de pasos que se pierden
por la garganta seca
callada y desistida.
Besa mis labios yertos
fríos, pulcros,
algo entreabiertos
para beber tu voz
en el sepulcro breve de mi boca.
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