miércoles, 28 de noviembre de 2007

Excavación

Una lenta ambición por los brazos te trepa

humo de las caricias negras y sedosas

para asfixiar tu aliento en ahogos obstinados

perezosos jadeos de los oscuros besos.


Por tu espalda se extiende la labor tenebrosa

de las manos que excavan el placer subterráneo

y al descuido te roban las letárgicas sombras

de tu piel abrumada de tesoros lascivos.


Y despiertas de sueños abismados en aguas

silenciosas y tenues como garzas heridas...

Para tender los vuelos de los labios alados

y beber el asombro de la luz extraída.


Vuelve el verso, impaciente, exigente, imperioso, a rasgar el perfil del pensamiento, a obtener su tributo de palabra medida, de sentimiento desmesurado. Una servidumbre que ahora me aprieta en la estrechez de la indecisión, de la duda. Pues bien quisiera que esta bitácora fuera mucho más constante en reflexión, en pensamiento. Y de nuevo Eros, bajo sus párpados azul oscuro, me fuerza a exaltar la voz y la imagen. No debiera. Tal vez. Pero dejemos que la página se manche con la negrura que se extiende, con la contaminada neblina de lo que sentimos, más allá o por otros derroteros de cuanto pensamos y necesitamos ordenar en nuestra mente. Habrá ocasión distinta. Y pronto...

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