La clandestinización de la Filosofía en Bachillerato es solo un síntoma más. Como lo es el camino por el que han ido arruinando los estudios de Letras y Humanidades. Primero acabaron con el griego enfrentándolo a Historia del Arte. Luego, diluyeron el Latín con el aguachirle de la Economía. Y multiplicaron catecismos laicos como esas Ciencias del Mundo Contemporáneo que son poco más o menos divulgación de televisión matutina. A fuerza de achicar espacios, seguro que acaban poniendo Perspectivas de Género y otras Melonadas como asignatura new age. Pero la corriente es más profunda, toda esta menuda desintegración de los planes de estudio y su febril infantilización desmemoriada es solo un síntoma de un mal muy avanzado, un cáncer que desarma por completo a nuestros jóvenes, buenistas y sin nada por lo que luchar. Educados en la protesta infantil, en el adanismo suicida, en la espuma de una modernidad vacía y autocomplaciente, que encubren el ovejuno talante en que se los apacienta.
Occidente se está suicidando. Tanto, que, por aportar una imagen muy reveladora, los yihadistas, cuando entran a una iglesia para cometer asesinatos masivos, encuentran un pobre anciano sacerdote, tres monjas y tres fieles. Los nuevos bárbaros no lo tendrán muy difícil para hacer caer un imperio envejecido, epigónico y hastiado de sí mismo.
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