Devoraré tu soledad,
como una sombra
de sabor a pereza y a silencio.
Y en la certeza plena
de tu boca
morderé la amargura
iluminada,
la suavidad doliente
y la palabra.
Ay, qué largamente dejas
el rastro de tu voz
por la memoria
del camino aturdido de besarte.
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