Por el esquivo espacio de tu vientre,
por la marea insomne de tu boca,
por la callada luz con que dibujas
mi cuerpo con tus manos movedizas,
por la extensión voraz de tu silencio,
pozo de viento ausente, luna adúltera,
no sé en realidad por qué te escribo,
por qué bajan palabras a mis dedos.
Dime si es que lo sabes cuánto queda
antes de que abandones esta muerte,
antes de que se rompa nuestro espejo.
Di nunca, o di mañana, da lo mismo:
vientre que se deshoja, sueño de ola,
dedos para borrarme, y hondo aliento.
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