Penúltimo dolor, frontera de mi boca
y del deseo. Cálida soledad,
abrazo lóbrego y ausente,
límite de mis manos y mi aurora.
Dónde la destrucción de tantos besos,
la voz deshabitada y seca,
dónde la llama viva de quererte.
Penúltimo dolor: fiera alegría,
espacio de celestes ambiciones,
de migratorias esperanzas,
alma de fuente y agua desbocada,
tú siempre aquí, junto a mi mediodía,
presencia edificada,
cumbre de luz altiva y noble.
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