Busco a tientas tu voz en el reflejo
que devuelve la sal de la memoria:
tacto de espera estéril,
tierra de surco amargo,
flor de pétalos mudos y resecos.
Es a menudo, sin embargo,
vorazmente húmedo el silencio,
densas, flexibles
las sombras y las cumbres.
Escalamos
desesperadamente,
y un instante sentimos
la dulzura,
la presencia jugosa del deseo.
Vuelvo a besarte ahora,
en el perfil que dictan los espejos
cautivos de tu huella,
de la distante ausencia de tu boca.
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