Amor, mira mis manos
llenas de ti, de todo lo que ansía
mi anhelo cuando acecho
la manera absoluta de besarte.
Llego desde tus labios
huérfanos de silencio, fugitivos,
y desciendo nevando
por tu cuerpo las llamas de mi boca
hasta el sabor oscuro
de la sangre que envuelve por tu sexo
el deseo que mata y que te anega.
Es una herida
rebosante de luna temblorosa,
gruta menstrual de voz
en donde bebo
tu amor abrupto y lleno,
el grito rojo donde ahogas
densa cumbre de algas agitadas,
agua espesa de luz,
gozos de soledad amanecida.
Luego te ahondo, amor,
voy poniendo los tragos del deseo
en la boca exaltada de tu vulva,
lenta y golosamente
aferrada a mi sexo aventurado.
Y eres al fin espacio,
nube, sangre, gemido, sombra viva;
gritas, tensas el tiempo y la codicia
manas de tu abundancia
toda el agua y la vida, la delicia,
y te estalla el deseo en cien estrellas.
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