domingo, 29 de marzo de 2009

Una plegaria muda, desde Praga


He visitado hoy el Castillo de Praga. Y por la tarde, el barrio judío. En él, tres sinagogas y un viejo cementerio. En el último de los templos, los muros albergaban todos los nombres de los noventa mil judíos checos muertos en el Holocausto. No quiero dedicar el apunte de hoy a nada más que a la emoción que esta visita provoca, embriagadoramente. Y he compuesto una especie de plegaria a Dios, ausente. No sé si he conseguido transmitir la soledad abrasadora que se siente dentro del templo, exento de decoración, silencioso, hondamente mudo y, sin embargo, tan elocuente.



Si algo divino pusiste aquí sobre la tierra,
algo que sí parece más que humano,
creo que fue, Señor, tan solo el llanto:
la tibia plenitud que asciende desde el pecho,
que embriaga nuestro aliento y se deshace
en lágrimas y en fuego. Hoy he leído
sobre los muros de tu sinagoga
nombres huecos,
sonidos que no hallaron 
lápidas donde posarse,
cuerpos sobre los que sellar sombra y silencio.
He visto escrito el día en que nacieron,
y he pretendido luego
dibujar aun a tientas el vacío ausente,
el eco intenso de la carne desdoblándose
en madre e hijo, el parto que reúne
sangre, dolor, placer, lágrima, beso...
Luego he seguido, Señor, los lentos pasos,
los infantiles pasos, temerosos,
hasta el oscuro vientre de la cámara
donde infestaba el gas de muerte el aire.
Y en ese instante, sí, Dios mío, 
habrás de oírlo aunque no existas,
en ese instante mismo,
me ha trepado por dentro una marea
de negro dolor vivo, 
remoto y desbordado,
como si todo el llanto que vertieron
aquellos nombres huecos y perdidos
no fuera aún bastante,
como si precisara de mis ojos
para brotar de nuevo y preguntarte
por qué, Señor, hiciste el hombre,
por qué pusiste dentro de nosotros
este deseo hecho de muerte.
Por qué. 
Mas no contestas.
Es tu nombre un silencio, largo y seco.
Solo puedo decir en tu descargo 
que algo divino hiciste
en este llanto embriagador y negro,
con que lloran aún oscuramente vivos
los nombres que ahora callan
en los muros desnudos del recuerdo.

2 comentarios:

  1. Lo has conseguido, sin duda, y no era tarea fácil, nada fácil. Muy emotivo, amigo. Un abrazo.

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  2. Permiso Gomollón san , me conmovió su plegaria : ...que no queden en los muros desnudos , sino en la memoria viva del mundo ...
    No queremos más Campos exclusivos para el asesinato en masa ...
    La misma sensación de dolor me causo visitar el Memorial Park en Hiroshima , imposible contener las lágrimas ,el corazón late apretado ...
    Un saludo desde el otro lado del mundo .
    Rosna

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