sábado, 7 de marzo de 2009

Recuerdos

No hay por qué seguir arrinconado en el silencio. Miro los recuerdos, y me parecen vacíos. Descoloridos, sucios. No conservan ni siquiera el olor, ni una esquirla de la luz o del aliento con que fueron respirados, gustados, olidos, vividos. Son simplemente tiempo disecado. Huesos rotos y quebradizos, que ambicionan ser recubiertos con la engañosa piel del deseo. Pero no hay motivo para seguir limpiándolos de polvo, catalagándolos en el registro, como si pudieran ordenarse, jerarquizarse. Como si fuera posible inyectarles sangre y vida, en vez de esa resina pegajosa que es la añoranza, la compasión, la queja. Esa resina pringosa y parduzca, que se despereza estúpidamente cuando separas los dedos tratando de desprenderla.

Hagámosle un favor al futuro. Dejemos que transite por la mirada limpia, que llene de destellos nuevos los ojos bien abiertos. Solo así podrá cubrir por completo el pasado, convertirlo en estrato hondo, ignorado, mudo. Resto sin valor, de excavación indeseada. Historia sagazmente, felizmente preterida. Pasado, sin más.

3 comentarios:

  1. Hace tiempo tuve un profesor de interpretación que, cada vez que tenía la oportunidad, repetía: "Lo pasado, pisado".

    Estaba en lo cierto, el cabrón, pero se le olvidó contarme cómo se hacía.

    Saludos. Esta vez sin intermediarios.

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  2. La memoria es traicionera, sí.

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  3. Bueno, supongo que por más que lo pises, algo se queda siempre adherido a la suela, y va dejando una huella a cada paso que das. Quizá más cuanto más fuerte lo pisas, así que vete a saber si no estamos pidiendo cotufas en el golfo, como Rocinante queriendo ligarse aquellas jacas.

    Y claro, anónimo, traicionera o no, no somos mucho más que memoria, si bien se mira. Hambrienta de recuerdos nuevos o ahíta y desganada, pero todo el yo del piensoluegoexisto qué otra cosa viene a ser.

    Creo que contradigo el post, pero bueno, es lo que hay.

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