domingo, 15 de febrero de 2009

Estudiantes contra Montilla: cosecha de tempestades

Muchos años llevamos en España de deslegitimación de las instituciones en ambientes universitarios. Tal vez es una herencia del movimiento antifranquista, o en parte responde a una necesidad juvenil de emular las apócrifas aventuras del profesorado, que continuamente cree fortalecerse moralmente, en vez de científicamente, apelando a las batallitas del 68, más fingidas que reales. Y proyecta esa nostalgia de rebelde de guardarropía sobre las expectativas de los estudiantes, como una especie de currículum oculto.

Hubo, más recientemente, un cierto movimiento de protesta antifelipista, poco respetuoso con las formas democráticas, en los momentos más duros de la refriega para desalojar a González del poder. Pero luego, la rebelión contra la guerra de Irak volvió a poner en manos de la izquierda el imaginario universitario, que saboteaba cualquier presencia de mandatarios del Partido Popular en los campus, además de invadir todo el espacio social.

No podemos olvidar, excepcionalmente, el sorprendente empuje moral de la rebelión de las "manos blancas", en la Complutense, contra el terror de ETA. Quizá era la primera vez que una protesta masiva universitaria se enfrentaba simbólicamente a una organización violenta de izquierda, en defensa de las instituciones.

La universidad se sufraga, mayoritariamente, con impuestos. Sin embargo, los partidos de izquierda, cuando estaban en la oposición, amparaban, disculpaban y rentabilizaban el matonismo de los activistas antisistema. Ahora, que ocupan el poder, cosechan las tempestades que sembraron. Un presidente de gobierno autónomo como Montilla, con ínfulas de micro-estadista, tiene que renunciar a hablar en público ante la intolerancia de unos malcriados jóvenes, que le reprochan no expropiar más fondos a la sociedad para mantenerlos a ellos en el limbo de una incubadora ruinosa.

Pero la izquierda sigue adelante. Adelante con su burocratismo paneuropeo. Predica cantidades ingentes de nuevos derechos, nuevas constituciones paradisíacas y ficticias, proclama espacios sociales, y claro está, espacios del conocimiento. No tanto por el bienestar general, como por la proliferación del clero funcionarial. Eso sí, son los bombarderos americanos los que cortan los vergonzantes genocidios en Europa. La izquierda infantiliza la universidad, la convierte en un pobre falansterio pedagocrático, ajeno al saber y a la ciencia y la investigación. La izquierda, con su franciscanismo cacareado y su pensamiento blando, se sorprende ante esta rebelión desnortada de los hermanos medio lobos, medio legos: creían haber llegado a la paz perpetua, por decreto. Y los estudiantes siguen sin comprender que no es la realidad su enemiga, sino precisamente lo contrario: cuanto antes se desprendan de becas y estipendios, cuanto antes afronten el esfuerzo de sufragar sus sueños y su talento, antes alcanzarán la mayoría de edad y la capacidad de exigir la calidad y la eficiencia que el burocratismo actual les hurta.

Todo es máscara. Mientras tanto, galgos o podencos, otros países emergen con sistemas rigoristas y eficientes, que premian el talento. Y se irán adueñando de lo mejor de Occidente: que no son sus monumentales universidades medievales, cada vez más cáscaras huecas. Sino el espíritu indomable de Galileo, de Kepler, de Wittgenstein, de Einstein. Gentes que lucharon por conquistar el conocimiento y por revertirlo a una sociedad más justa y madura. Y sus sucesores hoy caminan por las calles de Bombay, de Río o de Shangai. No, desgraciadamente, por las de Bolonia o Salamanca. Los edificios no hacen al monje. No pasarán demasiadas generaciones sin que sean desamortizados. Es el destino de Europa.

3 comentarios:

  1. Un tanto apocalíptico pero, me temo (para nuestro pesar) que llevas toda la razón, amigo Benjamín. Un sisteme educativo en el que el esfuerzo está mal visto no tiene visos de éxito. Y los políticos que en su tiempo se sirvieron de los estudiantes, ahora sufren por sus actos pasados. Mientras no haya quien mire adelante sin visiones partidistas, mal nos va a ir...

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  2. Coincido con el análisis de Octavio, Benjamín. Los que han alentado o permitido las algaradas estudiantiles cuando les beneficiaban son ahora objeto de las mismas, y ya no les hace tanta gracia. Eso pasa por fomentar actitudes fascistas. No voy a decir que me alegre, pero...
    Y me temo que la Universidad no se está democratizando, sino "secundarizando". Ánimo y paciencia.

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  3. El ánimo y la paciencia son individualmente recomendables. Pero la mirada hacia adelante es necesaria. Hay que ver el horizonte, intuir en cierto modo el destino. Si no podemos entregar el testigo en las aulas, otros espacios serán precisos. Otros ámbitos para que la aventura humana no se transforme en Europa en un sueño sin pasado, en una deformante caricatura de toda una densa y hermosa tradición de arte, de pensamiento y de ciencia. Es lo que hace digno a Occidente, lo que realmente construye el ámbito de lo humano como deseo posible y digno.

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