sábado, 17 de enero de 2009
Safo, de nuevo...
Me parece, amor mío, que es igual a los dioses
quien se sienta ante ti, y ahora ya te contempla,
y dulcemente tú ríes y hondamente tú miras,
y en seguida por dentro,
corre fuego en las venas y un ahogo en el pecho,
y un olvido que fluye como miel y que deja,
ah, la mente arrumbada, embriagada de aliento,
tenuemente y colmada
de ese río de alma que tus ojos destilan,
ese canto de agua que tu risa derrama,
y me siento morir, suavemente bendito,
como brizna de hierba
a la orilla empapada del oscuro Aqueronte ...
(No es una traducción, sino un recuerdo. Más o menos alterado caprichosamente, como si desenterráramos de las arenas de la memoria un papiro y éste, virginalmente, nos devolviera la emoción de quien se reconoció un día, escrito en el canto de Safo, y quiso, sin ejemplar delante, volver a ver el rostro del poema)
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Un maravilloso ejercicio de intertextualidad. Grande Safo, que inspira poemas como éste. Enhorabuena por tu blog, Benjamín, que queda enlazado con el mío. Salud y amor.
ResponderEliminarGracias por estas líneas de Safo.
ResponderEliminarHa sido un gusto recalar a orillas de tu espacio.
Saludos...
Safo, sí. Un placer intenso es que escuchéis algo de su voz a través de estas líneas, que quieren dibujar un espacio de sonido, como un retrato apócrifo en lengua tan lejana y extraña. Octavio, Ángel, espero merecer más veces vuestra atención.
ResponderEliminarthanks for this nice post 111213
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