de nube y blanco sueño
con el agua de un nombre
empapado de vuelo.
Y mojaré tu ojos
de sonrisas y besos,
tras una larga aurora
de dolor y deseo.
Y llevarás la sangre
dormida en aleteo
de canciones de cuna
y de atentos silencios.
Y cuando ya tu boca
se me anude en el pecho
no sabré desprenderme
de tan hondo recuerdo.
Un reguero de luna
perezoso, y un viento
codicioso en mis labios
de adormecido tiempo
visitarán la cumbre
de tu hambre y tu sueño,
y añorarás las alas
que dejaste en el cielo.
Ay, sí, qué pena dulce
se derrama por dentro,
qué lágrimas de pluma,
de azahar y de hielo...
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