miércoles, 18 de julio de 2012

Felip Puig, ese hombre

Pertenecemos a una generación afortunada. Disponemos de políticos numerosos, nutridos, aguerridos. Una tropa incomparable. Meritaban de jovenzanos en juventudes, abanderadas y desgañitadas, tardoantifranquistas, ya heroicamente entonces a cargo del erario. Hombreaban, yernos ideales, en cargos de partidos jugosamente subvencionados. Apoltronan, hoy, por fin, sus providenciales nalgas, satisfechas y maduras, en sitiales de tapicería selecta y pública. Y consagrados en grueso cuerpo y alma oronda para el servicio incansable del pueblo, eructan sin descanso declaraciones y proclamas, con una generosidad y olor gaseoso fuera de todo pútrido encarecimiento. Y qué talento para la hipérbole, gozosamente cebado en nuestros presupuestos... Es que no hay más que pedir ni desear.

Ahí tenemos al señor Puig, caudillo y prez de mozos policías, que denuncia el incalificable lucro con que sanguijuelas sin papeles, subsaharianas sobre todo, engordan, en las naves abandonadas del Poble Nou de Barcelona, sus prósperos negocios de chatarrería trashumante y en dinero, qué oprobio, y ya es de temer, también subsahariano por completo. Cómo no agradecer que nuestro Robin Hood catalán, cuasi ministro los lunes y protoindependentista de ley jueves y sábados, nos proteja de esa oscura lacra. Cómo no admirar que se afane en el desahucio de tan morenas criaturas, hijas de la noche y la tiniebla. Qué sería sin ti de nuestros honrados tenderos  y empresarios. De nuestro calendario de festivos, nostrado y diferencial. Qué de nuestro folclore manso y geométrico, perturbado por el correr de carros chatarrosos, guiados, da espanto solo pensarlo, por inmigrantes zumbones, henchidos de danzas primitivas, de tamtames ruidosos. Ah Felip, gracias de corazón. Mil gracias en nombre de tu rendido y salvo pueblo. Nunca una inversión tan cuantiosa de dinero público produjo tal líder clarividente, tal prócer ni por asomo remotamente comparable a ti, oh excelso, oh magnífico, oh generoso...

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