sábado, 30 de junio de 2012

A MIS ALUMNOS DE SEGUNDO DE BACHILLERATO: FIN DE CURSO


Hace unos días volví a pensar en un libro que amo. El que más amo de cuantos me han conquistado la mirada y el alma. Me entretuve en recordar interminables horas juveniles, felices, de insomnio voluntario. De aquel mucho leer y poco dormir que me enloquecían. Y es que había encontrado unos papeles que escribí sobre don Quijote, destinados, hace unos años, a chavales de cuarto de ESO.

La figura del viejo caballero imaginario me servía, entonces, para proponerles un afán de vida, un ideal fabricado de deseo y de locura. No es necesario que la realidad se moleste en presentarnos el asombro intenso de las aventuras, venía a decirles. Basta con que seamos capaces de dibujarlas, ahí delante, en el camino, con los ojos del alma. Alzarlas ante nosotros moldeando el barro obediente de las ilusiones. Porque caer del caballo, rota la lanza en las aspas de un molino testarudo, no puede impedir que nos levantemos. No debe evitar que volváis a emprender, os digo, también ahora a vosotros, la senda de las aventuras, locamente dispuestos a desfacer entuertos, socorrer a los débiles, enderezar el alma y convertir este regalo de la vida en un espacio, necesario y hermoso, de dignidad y de libertad.

De esa materia están hechos los sueños. Vuestros sueños también, esos que ahora, acabados los estudios, empezarán a cobrarse el precio del tiempo y la existencia. Nunca es fácil el futuro, nunca os otorgará la victoria en el primer envite. Pero os conozco. Y os hemos dado una herencia inmensa, aunque humilde, hecha de tizas y timbrazos, de mapas y diapositivas, libros, muestras, patio, luz, pupitre, música, regañinas, aplausos, risas, lágrimas, esperas...

Lo lleváis en el zurrón de la memoria. De noche, algunas veces, cuando distingáis, en mitad del silencio, a la luz de las estrellas, los relinchos hambrientos de Rocinante, sabréis sonreír y echar mano de estos recuerdos. Podréis llevarlos a la boca, saborear el tiempo del Ventura, aquella manera amable y ya un punto borrosa con que pasasteis los mejores años de vuestra vida, en este destartalado y querido instituto nuestro.

Sé que, al asomarse el alba, ese sabor, dulce y lejano, os acompañará al ensillar de nuevo la montura. Y dibujará en vuestros labios la sonrisa, la misma sonrisa con que quiero despedirme de vosotros, ahora que estoy seguro de que conquistaréis la suerte que os merecéis sin duda alguna.


Vale.
29 de junio de 2012

No hay comentarios:

Publicar un comentario