Quizás es que me miras con los ojos
del alma. O es que tus párpados cerrados
me quitan esa luz encaramada
en la cumbre dorada del silencio.
O quizá es que te adoro sin quererlo
o que te amo sin más, inútilmente,
y que abrazo tu cuerpo lacerado
con el cansancio dulce del deseo.
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