sábado, 4 de febrero de 2012

A ti

Encontraré tu voz como un paisaje
que me sabrá a otoño, a cobre seco.

Tus palabras, después,
–densas, viscosas–
se pegarán al silencio de mis manos
como miel
hecha de olvido.

Sombras que se desprenden
perezosamente
de la cautividad insomne
de los cuerpos.

Encontraré tu voz. No será fácil.
Tu carne, tu gemido.
Tus dedos
extasiados en los míos.




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