He dejado la luz
acurrucada, como un junco,
a tus pies imaginados.
Y extiendo, sabes que sí,
el instante por la piel de la memoria.
Rodeo las cicatrices,
las quemaduras, testigos
de tus manos silentes,
y tu boca. Y es exacta
la sensación, el espacio
que abren en mí tus ojos
hermosos, recordados.
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