la sal prohibida que me escuece
dulce en la soledad de oscura espera.
El viento que se moja de caricias
la tempestad del pálpito que alumbra
vida y deseo, y la humedad herida.
El largo espacio en que me miras
el gemido y la sombra, la delicia
de tu cuerpo encumbrado en cien estrellas.
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